Existen varias clases de Omega 3, como el ácido alfa linolénico (ALA), predominante en alimentos de origen vegetal, o el ácido eicosapentanóico (EPA) y docosahexanoico (DHA). Este último es un componente indispensable de las membranas celulares de nuestro organismo para su correcto funcionamiento, sobre todo para el cerebro y la retina.
Todos los ácidos grasos omega 3 reducen el colesterol malo o LDL y tienen un efecto antiinflamatorio gracias a que son grasas poliinsaturadas. Esto es, por tanto, beneficioso para la prevención de diferentes enfermedades y para un adecuado rendimiento físico.
El Omega 3 es un tipo de grasas que no las produce nuestro cuerpo, si queremos unos niveles adecuados debemos recurrir a la alimentación y a la nutrición para conseguirlo. Las recomendaciones actuales sugieren un consumo entre el 0,1 y el 1% del aporte energético diario. Sin embargo, dependerá de cada persona los miligramos diarios que necesita de este tipo de grasas.